Ser honrado y cumplir promesas
La honradez va de la mano del espíritu consecuente. Cumplir promesas es respetar a los demás y alejarse de la hipocresía y la mentira.
“La persona sabe cumplir sus promesas”, “Una palabra salida de la boca difícilmente puede ser atrapada siquiera por una cuadriga”.
Ambos son dichos que han circulado durante miles de años en China y que demuestran el valor que nuestra nación otorga a las promesas cumplidas.
Hace más de dos mil años, Confucio enseñó a sus discípulos a ser honrados. Él sostenía que al estudiar se debe admitir cuando uno no sabe algo. Esa es la actitud correcta.
ZengZi también cumplía sus promesas: Una vez su mujer fue a una feria y su hijo quiso ir con ella. La esposa de ZengZi dijo：“Si te quedas, cuando regrese, mataré un cerdo y te prepararé su carne”. Al regresar de la feria, la esposa vio que su marido quería matar al animal, y trató de impedirlo, pero éste le espetó：“Si no matas al cerdo, engañas al niño, y nunca tendrá confianza en ti”. Después de decir eso, ZengZi sacarificó al marrano. Zengzi cumplió la promesa y al mismo tiempo, educó a su hijo en la moralidad.
En la época posterior de Qin hubo un hombre honrado llamado Ji Bu. Sobre él se decía： “Adquirir cien talegos de oro vale menos que lograr una promesa de Ji Bu”. De ahí viene el proverbio de “una promesa vale mil talegos de oro”. Posteriormente, Ji Bu sufrió calamidades. Gracias a la ayuda de sus amigos, las sobrepasó. Por lo tanto, quien sepa cumplir sus promesas, tendrá siempre el apoyo de la gente.
Por eso, las tiendas chinas solían colgar a su entrada un cartel con la siguiente inscripción：“mercancías auténticas, precios justos. No se estafa a niños ni a ancianos”, como muestra de la especial importancia que se otorgaba a las relaciones públicas y la honestidad del comerciante.
Estas forman parte de la historia y ahora nosotros también tenemos que cumplir las promesas.
Si quedamos con un amigo a las 10 de la mañana, se tiene que intentar llegar 5 minutos antes o en punto. Porque si se llega tarde, significa que esta persona no tiene educación y no tiene respeto hacia la otra persona que está esperando. Por eso no nos gusta que le gente llegue tarde. Es importante enseñar a los niños a cumplir promesas, porque aunque ellos tienen sus propios pensamientos, copian lo que han visto hacer a los mayores.
Por ejemplo, una familia de Taiwan que lleva en España más de veinte años (trabajaron durante muchos años en un restaurante chino para los chinos), ahora tienen un restaurante chino propio. El padre es cocinero, la madre trabaja como camarera. Tienen dos hijos que están estudiando en la universidad y los padres trabajan 12 horas al día y sólo tienen un día de fiesta a la semana.
Cuando el hijo mayor era pequeño, la madre le acompañaba cada día al colegio. Cada lunes cuando lo recogían del colegio, lo llevaba a clase de piano, porque se lo habían prometido. Y así su hijo entendía la importancia de cumplir las promesas. Es una familia muy simpática y muy educada que se ha ganado todo mi respeto y cariño.
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